sábado, 3 de agosto de 2024

Cultura y Controversia: La Apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024







¿Te has preguntado alguna vez cómo la dualidad del pensamiento influye en nuestra percepción del mundo?

 ¿Qué papel juegan los eventos históricos, como la Revolución Francesa, en la formación de nuestras ideas políticas y sociales? 

¿Cómo se reflejan estas ideas en las manifestaciones artísticas contemporáneas, como las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos?

¿Te intriga descubrir cómo la diversidad cultural y de pensamiento se celebra y se cuestiona en eventos globales?

Si estas preguntas te resultan interesantes, !Adelante con la lectura¡

   A pesar de las críticas a la dualidad del pensamiento, ésta aún persiste, pues se basan en la comparación de situaciones naturales o constructos sociales  como el  día y  la noche, luz y sombras, la  vida y la muerte, el bien y el mal, salud y enfermedad, paz y guerra, placer y dolor, rico y pobre, tesis, antítesis, causa, efecto, etc.

    Sin embargo, esta dualidad se cuestiona al mirar la gama de colores, pues no solo existe el blanco y el negro, sino también la idea de espectro en que se pueden apreciar diferencias en algunas condiciones de individuos, de realidades, de experiencias, de gustos, etc.

 Es decir, se trata de ir más allá de esa dicotomía de la cual se valieron muchas personas para someter a los pueblos o lucrar con ideas endiosadas que les permitían justificar sus abusos.

   Si bien, este último pensamiento tardó en permear, a partir de la Revolución Francesa (1789-1799) se produjo una ruptura política significativa. Este periodo marcó el inicio de la lucha entre ideas conservadoras e ideas liberales, lo que permitió acabar con la monarquía absoluta y su poder supremo, generado por  un descontento ante  la falta de representación  y las desigualdades sociales.

    

Con este antecedente, ya no nos puede extrañar las manifestaciones artísticas de los festejos de apertura de los Juegos Olímpicos en una localidad donde se luchó por la libertad, en que Victor Hugo recrea su novela "Los Miserables" y  donde se atreven a escenificar lo mitológico con la presencia de Dionisio, dios del disfrute, del éxtasis, de los placeres mundanos y prohibidos, dirían algunos conservadores, quienes de cualquier forma se entregan mínimamente al placer que enarbola el dios Baco, aunque después  proclamen la ayuda de Apolo para entrar en razón o se den golpes de pecho.

    ¡Sacrilegio! Dirían algunos católicos y en otras ramas del mundo cristiano, si es que les permitieron ver estas escenas infernales que predicen el fin de la humanidad y solo esperan el castigo divino similar al que cayó en Sodoma y Gomorra.

    Lo cierto es que la mayoría de los franceses se sienten orgullosos de tales escenarios de gran liberación, de gran exaltación, del asombro que vivieron los infantes de Mónaco al ver una reina decapitada, de escenas pintorescas y coloridos LGTBIQ+, de los montajes de Lady Gaga y un gran etcétera.

    A decir verdad, para muchas personas es complicado ver o aceptar estas manifestaciones que dan cuenta de la diversidad en la que vivimos, de la diversidad de pensamiento o como decía algún latifundista devoto “Hágase la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre”. Igual está otro dicho a colación, pues “En gustos, se rompen géneros”.

    


Si hay quienes se sienten ofendidos por esa cena mundana que encabeza Dionisio, interpretada como la última cena de Jesús, podrían descansar su conciencia indagando lo que es una parodia, en donde se vale hacerlas tomando como referencia situaciones muy conocidas. De hecho, Leonardo interpretó ese evento, que pintó en 1495, ¡más de mil años después de ese hecho!

    Por lo tanto, no es de gran seguridad que en esa cena hayan estado solo 12 apóstoles, es la recreación artística de un evento y, si fuera el caso que en el festejo se escenificó tal suceso, se basa en esa creación artística de Leonardo, el cual, espero, esté removiéndose en su sepulcro de gusto porque aún está en boca de todos su obra.

    En suma, necesitamos reconocer la riqueza cultural de nuestro mundo, de cada país, de nuestras localidades y respetar las manifestaciones en un ambiente de paz y armonía. No te gusta, no lo veas, no vayas, ya otros están disfrutando de ello, tú disfruta de tus gustos.

    Pero si consideras que esas manifestaciones pueden confundir a nuestra niñez y juventud, oriéntales, habla con ellos. De cualquier forma, se van a enterar, pues en estos tiempos más tarda en darse un suceso, que en ser publicado por las redes sociales.

    


Así pues, si es tu gusto mirar los Juegos Olímpicos, adelante, y si te ofendió la apertura, apaga tu electrónico en la clausura, pues habrá otro festejón de los mil Dionisios acompañados con Baco, donde quizás aparezca Apolo explicando la razón de la sinrazón, prodigando la armonía y el equilibrio de lo cual es experto.

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