Nací casi entrando a la
década de los 60 del siglo pasado, producto de generaciones que vivieron la
época de oro del cine mexicano. En esos tiempos, mientras por la radio sonaban grandes cantantes pregonando, como José Alfredo Jiménez que en los 'Caminos de Guanajuato', 'la vida no
vale nada' o en voz de Pedro Infante aprendimos remedios para curar las penas 'copa tras copa' y al estilo de Lucha Reyes decir que con tragos de tequila se alivia una cruel melancolía, reconociendo, como lo hizo Vicente Fernández, que mi
destino es rodar y rodar, aunque sigo siendo el Rey, sin olvidar el consejo del
arriero de que 'no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar'.
Sin lugar a dudas, esas
enseñanzas continuaron, pues en más de una ocasión escuchamos decir que "para
todo mal, mezcal; y para todo bien, también". Y quizás, si se le ofendió a
Diosito en la borrachera, en la cruda nos salía debiendo.
Luego, otras sustancias
psicotrópicas se pusieron de moda y en demanda, permitiendo, al igual que el
alcohol, la evasión de la realidad o, como decía Óscar Chávez, andar 'con la
cara retecolorada y la boca reseca, reseca'. Una forma de desinhibición que permite llorar esa amargura o desencanto. Pero, en honor a la verdad, no dejan de ser
paliativos o remedios momentáneos, pues la herida emocional no se cura tan
fácilmente. De hecho, hoy en día se sigue cantando que 'Pa'l mal de amores,
toma pa' que no llores' al unísono con Sofia y Becky.
Hay quienes, con una ingesta de
tequila, podrían aprovechar para gritar ese dolor, lo cual podría ser terapéutico. Sin embargo, lo aconsejable es enfrentar la situación que produce
dolor, coraje, tristeza, lamentos o frustración, con la finalidad de evitar un
mal más profundo que nos lleve a vagar por ahí, con la posibilidad de que unos
hombres de blanco nos persigan, deambular por el muelle de San Blas suspirando con la mirada hacia el mar, o murmurar, como Sin Bandera: 'no puede ser, estoy loco de amor,
otra vez'.
En conclusión, para prevenir
aspectos que deriven en una atención mayor por el daño a nuestra salud mental,
causado por una emoción poco controlada que genere sentimientos permanentes
como la tristeza, el miedo, la hostilidad, frustración, ira, desesperanza o
culpa, es necesario actuar.
Por tal razón, si ya intentaste
recuperar tu cordura recurriendo a algunos tragos de tequila y aún persiste tu
melancolía o estado emocional inestable, quizás sea momento de acudir con un
profesional que te permita reencontrarte con tu ser espiritual y te ayude a
sanar.
Una alternativa es acudir con el
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